"Señor
alcalde, Corporación Municipal, reina y damas de honor; autóctonos
y foráneos. En primer lugar quiero agradecer en nombre de la
Asociación Cultural para la Recuperación del Patrimonio
de Valderrobres la invitación para que esta Asociación
abierta y plural pronunciara el pregón de las fiestas de 2007,
después de que durante la mayoría de años esta
tarea haya recaído en personas sin ninguna o escasa vinculación
con nuestro pueblo. Por lo que nuestra misión es de gran responsabilidad
y por ello os pido el máximo silencio para que las personas
que lo deseen puedan escucharme.
Hace
unas décadas, de manera muy acertada, Valderrobres fue bautizado
como tierra de romance, historia y arte.
Valderrobres
es tierra de romance, de música y de poesía, de grandes
compositores como Miguel Celma, Ambrosio Ferrer, Pedro Real; de una
impresionante soprano como Elvira de Hidalgo y de cientos de músicos
anónimos que han formado parte de bandas, agrupaciones musicales,
tunas, grupos de jota y corales.
Valderrobres
es tierra de historia, ya que a sus restos prehistóricos e
ibéricos, suma la reconquista por el rey y para el reino de
Aragón en el siglo XIII y la cesión como feudo definitivo
del arzobispado de Zaragoza en 1307, hace ahora 7 siglos. Además,
aquí se celebraron Cortes en el siglo XV. Aquí hubo
un sínodo diocesano en el XVI. Aquí se vivieron intensamente
la revolta catalana, la guerra de sucesión y la guerra de la
Independencia, por aquí se enseñoreó el Tigre
del Maestrazgo. Y aquí en definitiva pasaremos a la historia
y a todos se nos recordará en los siglos venideros por haber
celebrado el VII Centenario y por haberse iniciado las obras de reconstrucción
de nuestra iglesia.
Valderrobres
es tierra de arte y con solo abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor
lo podemos comprobar. Nuestra iglesia es uno de los mejores ejemplos
del gótico en Aragón. Nuestro castillo destaca como
uno de los mejores palacios medievales. Y qué decir de nuestro
ayuntamiento renacentista, o del puente de piedra, del portal de San
Roque, del Portal de Vergós, de la Fonda, de nuestras calles,
de tantas cosas
Pero el eslogan se quedó corto. Porque Valderrobres es además
tierra de paisajes y naturaleza. Rodeado de montañas de gran
valor ecológico, de rincones pintorescos desde los Puertos
hasta el Sol del Terme, desde la Partida de los Santos a la de Santa
Magdelana. Con lugares irrepetibles como la Caixa, los cauces de nuestros
tres ríos Matarraña, Pena y Tastavins, el pantano y
su entorno, nuestra parte del Salt, el Tosal de Rey y San Miguel o
les Moles.
Y
Valderrobres es en definitiva tierra de hombres y mujeres. Abnegados
y luchadores. Aluvionales, pero inmediatamente integrados, constructivos,
sanos, acogedores, festivos, humildes, pero orgullosos de su pueblo,
de su historia y de su arte. Hombres y mujeres que durante siglos
han sabido unirse y asociarse para emprender juntos objetivos económicos,
sociales, culturales o lúdicos. Sabedores de que un pueblo
unido es capaz de conseguir todo lo que se proponga, como lo demuestran
algunos ejemplos muy vivos como las cooperativas del vino y del aceite,
el Grupo Arcoiris, el grupo Aires del Matarraña, las Cofradías
de la Semana Santa, la Banda de Música, el Club de Fútbol
y los equipos de categorías inferiores, la Peña Taurina,
la Asociación de Cazadores, REPAVALDE o las acabadas de nacer,
Asociación de Interpeñas y Grupo de Teatro La Ma Peluda.
Este asociacionismo ejemplar ha de ser la bandera que lleve a Valderrobres
a liderar, como no puede ser de otra manera, la Comarca del Matarraña,
por su centralidad, por su población y por el dinamismo de
sus gentes, de todos nosotros.
Liderazgo
que también debiera serlo en lo cultural. Nuestra comarca es
una de las pocas con capitalidad cultural segregada, lo que debe obligarnos
a reflexionar sobre cuáles han sido nuestros merecimientos
y cuáles han de ser nuestros retos, en los que el papel de
los jóvenes ha de ser decisivo partiendo del esfuerzo en el
estudio, perfectamente compaginable con la diversión y el alborozo,
que no alboroto. Por ello a vosotros pequeños y jóvenes
os reto al esfuerzo en las aulas para que fructifique en una provechosa
Operación Triunfo.
Estamos en puertas de nuestras fiestas mayores. Valderrobres es un
pueblo de fiestas que se suceden a la par que las tareas cotidianas.
Las celebraciones del inicio de año, la cabalgata de los reyes,
San Antonio Abad, la matanza del cerdo, los Carnavales, Santa Águeda,
la Semana Santa y sus tambores y procesiones, la pascua en el pantano,
las ferias de mayo, la pascua de les sireres, los altares del Corpus,
la feria de Arte y Artesanía, San Cristóbal, les festes
de agost, la romería a los santos, las ferias de septiembre,
el pilar, los panellets de Todos los Santos y las celebraciones navideñas
son algunos ejemplos, a los que habría que sumar otras fiestas
ya perdidas, como la romería a la ermita de Santa Magdalena
o la sin duda más peculiar de todas: la romería y fiesta
de San Miguel de Espinalbar.
Pero
las fiestas no siempre han sido igual como ahora las vivimos. En el
siglo XVI una de las fiestas básicas que celebrábamos
era la de la Virgen del Rosario en los meses de mayo y de octubre.
En ella las muchachas solteras, acompañadas de una casada y
una viuda, elegantemente vestidas y con canastillos de flores, hacían
plegas; luego se realizaban subastas, bailes al son de la gaita y
el tabal, representaciones teatrales, se repartía pan bendito,
se hacía procesión, se contrataban juglares, cantores
y bailadores con cascabeles, se lanzaban cohetes voladores y tiros
al aire con arcabuces. Se hacían comidas de hermandad, como
la de 1659 en que se utilizaron una carga de leña, carne, 2
corderos, dos capones, dos gallinas, 4 conejos, 2 quesos, 54 huevos,
pimienta, azafrán, 9 libras de miel, cántaro y medio
de vino blanco, 9 cuartales de ordio, 9 libras de arroz, 9 cántaros
de vino tinto y un cahíz de trigo.
A
mediados del siglo XIX, en las fiestas se realizaban bailes en las
calles al son de la dulzaina y el tamboril tanto la noche de la víspera
de la fiesta como la tarde y noche del día correspondiente.
Destacando de entre todas, la fiesta del barrio del Camen que se celebraba
junto con la fiesta de los mozos solteros, con bailes y una corrida
de toros.
Las
fiestas modernas comenzaron en los años cuarenta del siglo
XX, con repiques de campanas, dianas-pasacalles por la banda de música
dirigida por el tío Carbonet, corridas de toros, carreras pedestres,
reparto de bonos entre los pobres de la localidad, jotas de ronda,
pase de películas en el Cine Avenida y en el Cine Dorado, partido
de fútbol, jota, misas, procesiones, fuegos artificiales, tracas,
cohetes y bailes, muchos bailes (por la mañana, por la tarde,
por la noche) en esta plaza, en la placeta de Santa Águeda,
en la glorieta del puente de hierro, en el cruce o en los salones
de Educación y Descanso, donde ahora está la casa de
Cultura. Eran años de dos o tres días de fiesta, que
en muchas ocasiones se prolongaban de forma espontánea con
la fiesta de los casados y la fiesta de los solteros.
En
los cincuenta llegó la orquesta Reggi Club y se celebró
la primera exposición de pintura del joven artista local Ángel
Amela en las escuelas del Puente de Hierro. Se introdujeron las cucañas,
el disparo de granadas japonesas y las carreras de cintas en motos
o bicicletas para los niños y jóvenes y reapareció
la comparsa de gigantes y cabezudos, después de que la anterior
hubiera sido destruida en la revolución de 1933.
En
los sesenta se hicieron concursos de twist, el baile moderno de la
época, llegó la orquesta Ritmo y Melodía, y los
bailes se trasladaron al Cine Avenida. Las fiestas se ampliaron a
cuatro días y recibieron un nuevo impulso con la irrupción
de la llamada colonia catalana, con Campanals a la cabeza. Comenzó
el tiro al plato y los efímeros concursos de tractores. Los
toros pasaron sucesivamente del jardín de las escuelas, a la
plaza y calles adyacentes y a la plana. Y luego desaparecieron, al
igual que el fútbol. En 1964 se nombró a la primera
reina de las fiestas, la señorita María Teresa Llompart.
Y a partir de 1968 se nombró la primera reina anual y sus damas
de honor, sin interrupción hasta hoy. El cine Montecarlo sustiyó
al Dorado y se construyó la pista de baile, inaugurada en 1970
con la actuación de José Guardiola.
Con
los setenta nacieron la discoteca Adineva, las misas baturras, los
concursos de morra aragonesa, los concursos de natación en
las piscinas naturales del Matarraña y los concursos de tenis
o pelota en el frontón. También vieron la luz las peñas,
con la Revoltina y después los Pebrots, la Pantera Rosa, la
Berenjena y nuestra Gran Cascada. Ante el clamor popular reaparecieron
las vaquillas, ahora en el pedregal y luego en el actual Instituto.
En 1975 sufrimos un famoso apagón que nos privó de la
primera noche de fiestas y las del 76 fueron las fiestas más
largas que recordamos, pues duraron desde el 14 al 21 de agosto.
Los
ochenta trajeron las exhibiciones de motos y de karts, los toros de
fuego, Janio Martí, los Bandors, los concursos de guiñote
y ajedrez, los vinos de honor y Pajaritos y sus locuras. Los concursos
de natación se trasladaron a las piscinas municipales. Nació
Interpeñas y comenzaron los parques infantiles y los campeonatos
de fútbol sala.
Con
los noventa llegaron los toros al amanecer y las corridas de toros,
la orquesta Nueva Etapa, las efímeras fiestas de la espuma,
los concursos de petanca, las actuaciones musicales en el recinto
de las piscinas municipales, la Banda Comarcal San Antón y
la charanga Armonía.
Más
recientemente han venido las borricadas y las batucadas. Y aquí
estamos, dispuestos a disfrutar un año más, cada uno
a su manera.
Así
pues, como tantos años se ha hecho, valderrobrensas, valderrobrenses,
gritad conmigo ¡Viva la Virgen de la Asunción! ¡Viva
San Roque!, ¡Viva les festes d'agost!, ¡Viva Valderrobres!